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¿Quién lo ayuda a ir al cielo?, por favor
¿Quién puede asegurarle la otra vida?
Apiádense del hombre que no tuvo
ni hijo, ni árbol, ni libro.
Sé quien pasó la vida maldiciendo,
recorriendo en silencio viejas calles,
de mujer en mujer como un mendigo
sin hijo, ni árbol, ni libro.
Los hombres sin historia son la historia.
Grano a grano se forman largas playas.
Y luego viene el viento y las revuelve,
borrando las pisadas y los nombres
sin hijo, ni árbol, ni libro.
Quiero un día saber que un guardaparques
se sentaba cansado en algún banco.
Pobre hombre de arena, campesino,
borracho de las sombras de mi calle
sin hijo, ni árbol, ni libro.
Díganlo todo un día alguna vez,
cuando no haya miserias y desastres.
Apiádense del hombre que no tuvo
ni hijo, ni árbol, ni libro.
El que apretó una tuerca con acierto.
El que dijo de pronto una palabra.
El que no le importaba ser un hombre
sin hijo, ni árbol, ni libro.
¿Por qué resultará tan poético el discurso de la izquierda? Como el de María Amalia, a sus casi 97 años...
¿Por qué tan grotesco el de la derecha? Con sus McCain, sus Reagan, sus Tatcher, sus Pinochets...
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