Entrevista con Elma Beatriz Rosado, militante del movimiento independentista de Puerto Rico y compañera sentimental de Filiberto Ojeda Ríos hasta el momento de su asesinato a manos del FBI. Elma Beatriz estuvo en Caracas con motivo de la develación de un busto del líder machetero, ejemplo de lucha para los pueblos de América. Publicada originalmente en el semanario Temas - Venezuela.
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El 23 de septiembre de 2005 sucedió, en el pueblo de Hormigueros (Puerto Rico) un evento que los puertorriqueños y muchos latinoamericanos no olvidarán jamás. En ausencia de cámaras de televisión y pobladores de la zona, las fuerzas de asalto del FBI rodearon una casa rural y procedieron a ametrallarla con el objeto de sacar de allí, vivo o muerto, a uno de sus ocupantes. Ese ocupante era un hombre de 72 años que consiguió, con un arma corta de pocos disparos, herir a uno de los más de 270 agentes federales que fueron a liquidarlo. Se llamaba Filiberto Ojeda Ríos, y al final de la acción, tal como era previsible, salió del trance muerto, pero convertido en ejemplo de dignidad y símbolo de la lucha por la independencia de Puerto Rico.
La otra ocupante de aquella casucha durante ese drama espantoso era Elma Beatriz Rosado, compañera sentimental, de vida y de luchas de Filiberto. Ella estuvo en Caracas hace pocos días; la alcaldía del municipio Libertador y Fundarte la trajeron, junto con otros militantes de la dignidad puertorriqueña, para develar en el Paseo de Los Ilustres, en el Paseo Vargas (avenida Bolívar) un busto del líder machetero, tributo de nuestra ciudad a un mártir de las luchas antiimperialistas. Beatriz es todavía militante del movimiento independentista, y en tal carácter conversó brevemente sobre algunos temas actuales, personales y fundamentales.
-Llegaste a Venezuela en un momento especial, por agitado y noticioso. ¿Qué impresión tienes de la Caracas que has recorrido?
-Siento que hemos palpado de cerca el proceso revolucionario, y visto de cerca los sucesos que rodean al caso de la televisora RCTV. Fui testigo del cambio de señal. Estuvimos en Bellas Artes el domingo a media noche, vimos el cambio, directamente, junto con el pueblo venezolano. Dimos también una vuelta por el este de Caracas, vimos a grupos de personas manifestando. Pasamos por la plaza Altamira, vimos los destrozos en la calle. Como siempre lo hago, me fijé en el rostro de la gente, y me llevo una impresión: cuando uno defiende algo que le apasiona, una causa justa, en la cara se te nota esa pasión por defenderlo. Lo que vi en el este de Caracas eran caras de desconcierto, de gente que no sabía qué hacer, que no sentía su causa como primordial. Creo que la defensa de un canal comercial no es un motivo apasionante para defenderlo librando una guerra justa.
-¿Algún episodio de Puerto Rico le recuerda esta situación venezolana?
-Allá hemos tenido episodios parecidos, disturbios. Las situaciones de calle, mas no las motivaciones de fondo, me recuerdan el paro telefónico de 1998. El Gobierno de Puerto Rico decidió vender la empresa telefónica, privatizarla. La magnitud de ese paro fue inmensa. En Puerto Rico fue importante la defensa de la empresa telefónica, era una empresa del Estado que se consideraba patrimonio de los puertorriqueños. El pueblo apoyó la lucha sindical y marchó en la calle con los huelguistas contra la privatización. La gente les llevaba comida a los huelguistas, recolectaba dinero para que los huelguistas pudieran sobrevivir mientras estaban desocupados. Era una cosa distinta, pero es el recuerdo que me viene a la mente, porque entonces sí hubo represión, hubo sangre, la policía golpeó a sindicalistas, arrastró a gente sangrando por las calles. Esas imágenes nunca salieron del país debido al control mediático que padecemos. Eso me maravilla de la sociedad venezolana; si en PR hubiéramos contado con medios comunitarios y alternativos como los de aquí, la comunidad internacional y el propio pueblo hubieran sido informados.
-La lucha por la salida de los Marines de Vieques también convocó a mucho pueblo contra la opresión.
-Así es. En Vieques se realizaron protestas en una lucha contra la utilización de Vieques como un laboratorio. Estados Unidos utilizó a Vieques como un escenario para realizar sus prácticas con bombas tóxicas. Y no sólo la utilizaba el ejército norteamericano, sino que convidaban a países extranjeros y alquilaban el territorio para que realizaran sus ejercicios. Cuando los niños estaban en la escuela no podían concentrarse por el ruido de las bombas. Y como resultado quedó la contaminación por mercurio, allí no se puede tener ganado porque las plantas están contaminadas. A los viequenses les confiscaron sus tierras y fueron expulsados de allí, lo cual originó protestas populares y desobediencia civil. Esas protestas culminaron con la salida de la marina de Vieques, pero la contaminación queda.
-El pueblo puertorriqueño se activó en casos específicos como los que menciona y seguramente en otros. Pero, ¿por qué ha costado tanto consolidar y hacer masivo el discurso independentista? ¿Cuál es su evaluación del movimiento independentista de Puerto Rico en la actualidad?
-En Puerto Rico estamos sujetos y sometidos a muchas leyes del imperio. Nuestra Constitución está por debajo de la Constitución de Estados Unidos. Por ejemplo, las Leyes de Puerto Rico no permiten que las llamadas de los ciudadanos sean interceptadas, y no existe la pena de muerte. Pero Estados Unidos intercepta nuestras comunicaciones y además quiere imponer la pena de muerte, ha llevado casos en un tribunal de distrito que está en Puerto Rico, un tribunal de distrito federal de los Estados Unidos que está en Puerto Rico, para poder imponer la pena de muerte, en contra de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Por otra parte, Estados Unidos mantiene una serie de beneficios materiales que mantiene tranquilizadas a muchas personas que prefieren la comodidad a la independencia. El trabajo de los independentistas es convencer a la gente de que debemos hacer sacrificios. En nuestro país la opresión es brutal, pero las personas se han acostumbrado a un estilo de vida. Entender el proceso del colectivo y no el del individuo es una tarea difícil, pero es el trabajo que nos corresponde hacer.
-¿Percibe esa evolución como un proceso de corto, mediano o largo plazo?
Será de largo plazo, pero hay señales. A raíz del asesinato de Filiberto el pueblo se dio cuenta de cómo actúa Estados Unidos. En pleno siglo XXI Estados Unidos asesina a un hombre, a un líder revolucionario, a un símbolo de la dignidad en un operativo de 273 agentes. Creo que después eso han cambiado algunas cosas en Puerto Rico. Antes cuando el FBI asechaba la gente se retraía ante la persecución y el hostigamiento; ahora la gente sabe cuál es el verdadero rostro de ese Gobierno. La sangre de Filiberto no fue derramada en vano, ahora hay más espíritu de combatividad.
Amor bajo asedio
-¿En qué momento de su vida despertó su conciencia independentista, su incorporación a la lucha por la independencia?
-Hasta los años 80 yo era una persona, vamos a decirlo así, “normal”, apolítica. Lo que veía en la política me decepcionaba. Luego, a raíz de mi incorporación a las luchas ambientales, tuve contacto con el sacrificio de mucha gente. Mi formación era en el campo de las ciencias, y hubo un momento en que comencé a sentir humanidad, cosa que no había sentido hasta entonces.
-¿En qué año conoce a Filiberto Ojeda?
-Yo comienzo a incorporarme a la lucha por los presos políticos. En ese ámbito, en el año 88, surge la necesidad de prestar ayuda técnica para la defensa de Filiberto, a quien iban a enjuiciar en Puerto Rico al año siguiente. Nos conocimos por las cartas que nos escribíamos mientras él estaba encarcelado en Estados Unidos. Al fin, cuando llegó a la isla en el 89, pudimos conocernos personalmente.
-¿Qué recuerda del momento terrible del asedio final por parte del escuadrón del FBI?
-En el momento en que ellos asechan y disparan sobre la casa, ya sabíamos cuál iba a ser el final. Yo lo sabía. Ya habíamos conversado antes sobre eso; él sabía que si llegaban donde él lo iban a asesinar. Las últimas palabras que le oí decir fueron: “Diles a los compañeros que pa’lante. Pa’lante siempre”.
-Supongo que desde el principio de su relación entendieron que no iban a poder llevar jamás la vida de una pareja normal, de esas que se adaptan a la sociedad en que viven y no son perseguidas por nadie. ¿Es posible enamorarse en esas condiciones?
-Absolutamente. Antes, cuando lo veía por televisión, bastaba que le mirara a los ojos para darme cuenta de que ese hombre decía la verdad. Su presencia me hizo asumir la lucha como un compromiso. Luego, meses después de haberlo conocido en persona, nos enamoramos. Cuando se quitó el grillete electrónico que controlaba sus movimientos, y debió irse al clandestinaje, fue una temporada de rigurosidad, de muchos sacrificios, donde no hay comodidades. Pero eso es soportable para el que tiene el amor inequívoco de otra persona para compartirlo a partes iguales, y eso lo tuvimos. Fuimos felices. No importa el sufrimiento. Ni el FBI ni el imperio pudieron contra eso. Una vez le dije a Filiberto: “Te entrego mi corazón y mi vida”. Su respuesta fue automática, no tardó ni un segundo en responderme: “Yo te entrego mi corazón, porque mi vida es para la patria”.
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Semblanza del mártir
En Puerto Rico, los días 23 de cada mes se celebra una vigilia conmemorativa de la muerte de Filiberto Ojeda Ríos. La previsión era que se celebraran sólo 12, pero varios pueblos se han ido incorporando a este homenaje y ya van 20 vigilias realizadas desde el asesinato del líder independentista.
Las circunstancias de la vida y la muerte del líder machetero son conmovedoras por varias razones. Filiberto Ojeda nació el 26 de abril de 1933 en Naguabo, Puerto Rico. En 1961 instala residencia en la isla de Cuba, donde realiza tareas tan disímiles como trascendentales: se incorpora como voluntario a la defensa de la Revolución Cubana y en sus ratos libres le proporciona algunas clases de trompeta a alguien que con el tiempo se convirtió en un universalmente conocido ejecutante del instrumento: Arturo Sandoval. En la cumbre de su carrera musical, Ojeda formó parte de la sección de vientos de la orquesta de salsa La Sonora Ponceña, varios de cuyos músicos lo recuerdan por su bonhomía y por su inmenso talento.
En 1967 funda y dirige el Movimiento Independentista Revolucionario Armado. En 1977, el nombre del FALN es cambiado al de Ejército Popular Boricua, mejor conocido como "Los Macheteros".
El 12 de septiembre de 1983, los Macheteros robaron aproximadamente siete millones de dólares al asaltar un camión de la compañía de transporte de valores Wells Fargo. Ojeda fue arrestado al final de la década de los 1980. El Gobierno Federal lo liberó condicionalmente, y le impuso el uso de un grillete electrónico que controlaba sus movimientos.
El 23 de septiembre de 1990, fecha en que Puerto Rico conmemora el Grito de Lares (1868) el grito de nacionalidad y de independencia de España, Ojeda se despojó del humillante grillete y lo llevó a una emisora de radio con una proclama, y comenzó a vivir en la clandestinidad. Exactamente quince años después, el 23 de septiembre de 2005, el FBI lo cercó en su residencia, ubicada en el pueblo de Hormigueros. Elma Beatriz Rosado lo acompañó durante las primeras horas del asedio. Luego de un innecesariamente grande despliegue policial, un absurdo intercambio de disparos que duró más de 24 horas (era un hombre de 72 años contra casi 300 agentes élite) y la brutal captura de Beatriz, quien se entregó sin oponer resistencia, los agentes entraron a la casa y encontraron muerto a este caballero, símbolo y ejemplo de la lucha de los pueblos. Según la autopsia, Ojeda murió desangrado, a causa de un disparo recibido horas atrás por el batallón de fusilamiento a las órdenes del imperio.