lunes, 3 de marzo de 2008

Haga de la oración un antídoto contra la alienación.

Orar es dejarse cuestionar por el Espíritu de Dios. Muchas veces dejamos de rezar para no oír el llamado divino que exige nuestra conversión, o sea, el cambio de rumbo en la vida. Hablamos como militantes y vivimos como burgueses, acomodados, o en la fácil pósición de jueces de quien lucha.

Orar es permitir que Dios subvierta nuestra existencia, enseñándonos a amar como Jesús amaba, liberadoramentte.

1 comentario:

Fer dijo...

Muy lindo fragmento amigo, ojalá rece un poco más...

besos