viernes, 27 de julio de 2007

Inés y las bananas...



En el blog de Carlos Garcia, El Desván, me encuentro esta foto de Inés y su tristeza.

Nos cuenta Carlos que Inés tiene la mirada muerta.
"Se la mataron el 10 de octubre del 2001. Ese día, el reflejo de la muerte en sus ojos claros le asesinó el alma. No de a poquitos, de un solo golpe, con el sonido seco de una bala.


A ella la dejaron viva, pero sólo con un pedazo de alma. El resto se la llevaron su hijo, Luis Alfonso, y sus nietos, Edilberto y Fernando, de 16 y 17 años.

Tres de las 24 cruces que yerguen sobre La Alaska son de Inés. Ella dice pocas palabras y calla. Toma aire, vuelve y arranca con su historia. En frases sueltas, como si cada recuerdo la hiriera más que las balas, relata el día de la masacre.

Dice que la recogieron en su casa con sus nietos y los llevaron “de a pie a La Alaska”. “Mataron a todos los hombres”. “Me tocó ver cómo los mataron”. “Aquí yo vivo sola”.


Hoy permanece en la casa donde ha vivido casi todos sus 80 años. Sólo la acompañan un perro labrador y una virgen. No sabe de Justicia y Paz. No tiene ni un televisor para enterarse de que los paramilitares están confesando sus crímenes. Ya no tiene fuerza."

Y los testimonios vivenciales de la violencia en Colombia, hay que contextualizarlos. Para hacerlo, me apoyo en la entrada de Tux, en la Runfla de Rufianes, quien comparte con nosotros, este videito de Youtube.

Nos recuerda Tux que en la historia de nuestro continente, los nombres de empresas transnacionales, como la antigua United Fruit, ahora se la conoce como "Chiquita Brands International", han significado mucho dolor e injusticia, intentando generar gobiernos amigos en la región, como financistas de innumerables golpes militares. Esta empresa, recientemente ha sido multada por la justicia de Colombia a pagar 25 millones de dólares por financiar a grupo terrorista de paramilitares AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), quienes gracias a ese dinero, extendieron sus operaciones que consistían en violaciones, secuestros, y el asesinato de más de 20.000 personas, con la intensión de desplazar a campesinos y eliminar a sindicalistas y activistas de la paz, que pudiesen influir en los intereses de la bananera.


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