(...) tienen una idea de lo que debería ser la democracia: un sistema en el que la clase especializada está entrenada para trabajar al servicio de los amos, de los dueños de la sociedad, mientras que al resto de la población se le priva de toda forma de organización para evitar así los problemas que pudiera causar. La mayoría de los individuos tendrían que sentarse frente al televisor y masticar religiosamente el mensaje, que no es otro que el que dice que lo único que tiene valor en la vida es poder consumir cada vez más y mejor, y vivir igual que esta familia de clase media que aparece en la pantalla, y exhibir valores como la armonía y el orgullo de pertenecer a su país. La vida consiste en esto. Puede que usted piense que ha de haber algo más, pero en el momento en que se da cuenta que está solo, viendo la televisión, da por sentado que esto es todo lo que existe ahí afuera, y que es una locura pensar en que haya otra cosa.
(...) El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de fútbol, culebrones o películas violentas, aunque de vez en cuando se les saque del sopor y se les convoque a corear eslóganes sin sentido, como “Apoyad a nuestras tropas”. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerles y marginarles.
2 comentarios:
El pueblo despierta, ya no quiere sólo fútbol o culebrones.
Ya comprende su derecho a la salud y pelea por su médico.
Los jóvenes saben que no "nacieron para limpiar pisos", y estudiar es una meta para ellos y para sus hijos.
Se organizan en la comunidad y deciden qué coviene más.
Hay mucho camino por recorrer pero el inicio ya está, ya se están apropiando de sus derechos y no creo que quieran renunciar a ellos.
Lástima por los ciegos, los indolentes, los negados a ver estos cambios.
Si... nos queda cultivar la paciencia histórica... y saber que estos procesos tienen sus avances... y sus retrocesos...
Y perseverar con terca esperanza... con terca ternura...
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