Foto de myrtepeert.
Fer comparte con nosotros este poema de María Elena Walsh (Otoño imperdonable, 1947) que nos invita a encerrar un cielo diminuto entre las pestañas...
Mínima
Bajo la risa del verano
giraban mundos de colores.
Entonces era yo tan niña
que no sabía el nombre de las flores.
Recuerdo el pájaro atareado
y la faena de la araña
y el cielo diminuto que cabía
en mis pestañas.
Con la respiración del agua
y el riesgo de la arena
pasaba el tren de la mañana
junto a los grillos y las azucenas.
Y mientras mi candor rondaba
por las provincias de una caracola
tañían su silencio enamorado
el pez y la amapola.
Fer también nos invita a aprender de los niños... y a no crecer nunca lo suficiente, para poder seguir disfrutando de esos cielos que caben en las pestañas...
1 comentario:
Nunca dejar de caminar, que para eso están las utopías,
y nunca dejar de intentar, que los cielos sí que caben en las pestañas
(y por si nos olvidamos siempre hay un niño que nos lo recuerda)
besos!
Publicar un comentario