Alfredo Zitarrosa nació en Montevideo y vivió gran parte de su infancia en el interior. Siendo locutor radial, en su juventud ya escribe y se inicia como periodista, colaborando, entre otras publicaciones, con el semanario “Marcha”. Escribe poemas y cuentos y su libro inédito “Explicaciones” gana el Premio Municipal de Poesía de 1959. Mucho más tarde publicaría el libro “Por si el recuerdo”, conteniendo cuentos escritos en el transcurso de tres décadas. Escribió para “Ya!”, en la sección “El oficio de cantor”, donde expone diversos aspectos de su principal oficio, notas que continúa en el “Excelsior” de México. Más tarde escribe para “La Hora Cultural” en una sección denominada “Fábulas materialistas”, donde su erudición y un humor, a veces negro, a veces límpido, ofrecía prosas muy gustadas por los lectores.
Insólitamente, este cantor dudaba de sus condiciones, no se “veía” como nacido para el canto. Sin embargo desde su debut en 1964 lo seguirán el éxito, reconocimientos y distinciones, presentaciones internacionales y una discografía numerosa; más de veinte LP (Long Plays) editados entre Uruguay, Argentina, España, México, etc., donde brillan más de un centenar de obras como “Guitarra Negra”, “El violín de Becho”, “Doña Soledad”, “Pa’l que se va”, “Crece desde el pie”, “Milonga para una niña”, “Adagio en mi país”, etc.
Aunque prohibido desde 1971 por sus convicciones políticas, se autoexilia en 1976, durante los difíciles años de la dictadura. Argentina, España y México le darán alojamiento y Venezuela le brindará un pasaporte y lo distingue con la orden “Francisco de Miranda”. Allí donde Zitarrosa estuvo, dejó su mensaje como verdadero embajador cultural, en cada canción. Allí sonaron, en su inmensa voz, su profunda convicción humanista, su definido pensamiento artiguista, su corazón libertario. Pero en su pecho, en lo más profundo de su ser, estaba, acompañándolo siempre, su “pueblo oriental”, presente, directa o indirectamente, en todos sus poemas y canciones. Ese mismo pueblo que lo recibe a su regreso en 1984, con una multitud que celebra calurosa el reencuentro. Ese mismo pueblo que lo guardó en su corazón, para quedarse allí, para siempre.
Lo que queremos es una humanidad justa, una sociedad de hombres dignos de ser hombres entre los hombres. Es decir, en la que haya auténtica justicia, igualdad, incluso en el sentido cristiano; yo pienso en eso. La revolución es un acto de amor a la justicia, de amor al hombre, a la verdad, a la sociedad humana. — Alfredo Zitarrosa: Revista Éxodo. Guadalajara, Jalisco, México, 10 de mayo de 1979
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lunes, 22 de enero de 2007
Alfredo Zitarrosa
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