Muere Segundo Francisco Guamán,
indígena quechua, mártir de la lucha por la tierra en Ecuador.
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El 23 de Enero de 1983, muere en Ecuador Segundo Francisco Guamán, indígena quechua, mártir de la lucha por la tierra. El problema de la tierra entre los campesinos indígenas es una historia de despojo, de esclavitud, de crímenes. Ellos la respetan. No se consideran sus dueños porque pertenece a la comunidad. De ella comen y se visten. Allí celebran sus ritos y sus fiestas. Sólo el poder de las armas y el lucro trastocan esta armonía. Después de la conquista, blancos y mestizos se apropian de la tierra. Los indios, sus mujeres y sus niños deben trabajar para el hacendado intruso: en el campo o en la casa. Las jornadas son de más de 12 horas y la paga corresponde a veces a sólo tres días de trabajo. El resto se considera como minga (trabajo solidario entre los indígenas).
El 23 de Enero de 1983, muere en Ecuador Segundo Francisco Guamán, indígena quechua, mártir de la lucha por la tierra. El problema de la tierra entre los campesinos indígenas es una historia de despojo, de esclavitud, de crímenes. Ellos la respetan. No se consideran sus dueños porque pertenece a la comunidad. De ella comen y se visten. Allí celebran sus ritos y sus fiestas. Sólo el poder de las armas y el lucro trastocan esta armonía. Después de la conquista, blancos y mestizos se apropian de la tierra. Los indios, sus mujeres y sus niños deben trabajar para el hacendado intruso: en el campo o en la casa. Las jornadas son de más de 12 horas y la paga corresponde a veces a sólo tres días de trabajo. El resto se considera como minga (trabajo solidario entre los indígenas).
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Los indígenas comen gracias a sus huasipungos (pequeña comunidad en que se comparte todo), cada vez más reducidos y en el lugar que designe el amo. De noche hay que regar el páramo o cuidar los animales. Entonces se duerme a la intemperie. Cuando el dueño o el capataz consideran que el trabajo es insuficiente recurren al castigo físico. Los campesinos han visto morir así a sus abuelos y a sus padres y comienzan a despertar. En la hacienda "Saguín", de José Santillán, en el cantón Chunchi, de Chimborazo se han organizado en la Pre-Asociación Agrícola. Con denuncias graves, cientos de campesinos de catorce comunidades se reúnen en Chimborazo con representantes del Ministerio de Agricultura y directivos del Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización -IERAC-. Se les promete una respuesta dentro del mes. Cuando los campesinos hacen más de 50 viajes de 140 kilómetros les anuncian que la sentencia está lista.
Los indígenas comen gracias a sus huasipungos (pequeña comunidad en que se comparte todo), cada vez más reducidos y en el lugar que designe el amo. De noche hay que regar el páramo o cuidar los animales. Entonces se duerme a la intemperie. Cuando el dueño o el capataz consideran que el trabajo es insuficiente recurren al castigo físico. Los campesinos han visto morir así a sus abuelos y a sus padres y comienzan a despertar. En la hacienda "Saguín", de José Santillán, en el cantón Chunchi, de Chimborazo se han organizado en la Pre-Asociación Agrícola. Con denuncias graves, cientos de campesinos de catorce comunidades se reúnen en Chimborazo con representantes del Ministerio de Agricultura y directivos del Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización -IERAC-. Se les promete una respuesta dentro del mes. Cuando los campesinos hacen más de 50 viajes de 140 kilómetros les anuncian que la sentencia está lista.
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Los datos, falseados por el IERAC, juegan en contra de la Pre-Asociación y de su presidente, Segundo Francisco Guamán, de 25 años. Los campesinos denuncian el hecho ante otras instancias y la respuesta de Santillán llega ese mismo día: al pasar con su camioneta ante la casita de Segundo Francisco y verlo junto a su mujer, Martha Calle, de 20 años, sus dos hijitos y otros familiares, les grita: "¡Indios ladrones, hijos de puta, ahora van a ver si pueden robar la hacienda del patrón!" Sereno, Segundo Francisco se acerca a preguntarle qué le había robado, para que le llame ladrón. Dolores Borja, compañera de Santillán, le insinúa entonces: "Saca el revólver para dejar matando a uno de estos indios." Y Santillán dispara sobre el grupo. Como no mata a nadie, busca la llave de ruedas del carro y asesta dos golpes a Segundo Francisco, que queda tendido, bañado en sangre. Por la noche, Segundo Francisco Guamán muere en el hospital de Chunchi por "traumatismo y hemorragia intracraneal". Santillán es detenido pero sale en libertad a los tres meses, previo pago de 46.000 sucres. El entierro de Segundo Francisco se convierte en una manifestación de miles de campesinos de siete provincias que se comprometen a organizarse mejor, para que la tierra regada con la sangre de tantos hermanos vuelva a ser de los indígenas.
Los datos, falseados por el IERAC, juegan en contra de la Pre-Asociación y de su presidente, Segundo Francisco Guamán, de 25 años. Los campesinos denuncian el hecho ante otras instancias y la respuesta de Santillán llega ese mismo día: al pasar con su camioneta ante la casita de Segundo Francisco y verlo junto a su mujer, Martha Calle, de 20 años, sus dos hijitos y otros familiares, les grita: "¡Indios ladrones, hijos de puta, ahora van a ver si pueden robar la hacienda del patrón!" Sereno, Segundo Francisco se acerca a preguntarle qué le había robado, para que le llame ladrón. Dolores Borja, compañera de Santillán, le insinúa entonces: "Saca el revólver para dejar matando a uno de estos indios." Y Santillán dispara sobre el grupo. Como no mata a nadie, busca la llave de ruedas del carro y asesta dos golpes a Segundo Francisco, que queda tendido, bañado en sangre. Por la noche, Segundo Francisco Guamán muere en el hospital de Chunchi por "traumatismo y hemorragia intracraneal". Santillán es detenido pero sale en libertad a los tres meses, previo pago de 46.000 sucres. El entierro de Segundo Francisco se convierte en una manifestación de miles de campesinos de siete provincias que se comprometen a organizarse mejor, para que la tierra regada con la sangre de tantos hermanos vuelva a ser de los indígenas.
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